24.
El Espiritismo Moderno
Este movimiento apenas sí puede llamarse religión. Sin embargo, en los
últimos años ha construido iglesias y nombrado ministros. Su tema
central es el médium y cierta clase de comunicación entre este mundo y
los planos superfísicos. Si retiráramos el noventa por ciento de los
hallazgos del espiritismo moderno como poco dignos de confianza, todavía
quedarían suficientes hechos para probar su hipótesis. La Sociedad
Internacional de Investigaciones Síquicas ofrece datos para satisfacer
al más incrédulo. Si pudiera establecerse, más allá de toda posibilidad
de duda, una sola comunicación bien probada como auténtica entre este
mundo y el de los espíritus desencarnados, la hipótesis fundamental de
los materialistas quedaría descartada para siempre. Y sin embargo no
solamente se ha ofrecido un caso, sino miles de ellos. En este sentido,
el Espiritismo moderno ha justificado su existencia.
Este movimiento ha probado de manera concluyente e incontrovertible, tan
completamente como se haya demostrado cualquier hecho de la ciencia, que
la muerte del cuerpo no concluye la existencia de la inteligencia que
ocupó ese cuerpo. De su vasta acumulación de datos, la Sociedad de
Investigaciones Síquicas ha hecho aportaciones sustanciales al
conocimiento. De esta manera, el movimiento ha proporcionado a la
humanidad una cierta seguridad que ninguna otra le había dado antes en
tan gran escala. La conciencia pública, aun reconociendo el servicio que
el Espiritismo le ha prestado, titubea todavía en aprobarlo, porque
reconoce que no está libre de ciertos defectos. El fenómeno puede ser
reconocido, pero los métodos del Espiritismo no están por encima de la
crítica.
Es bien conocido de los estudiantes que se han familiarizado con la
forma en que se lleva a cabo una sesión que la práctica mediúmnica va
acompañada de muchos y serios males. No es argumento decir que esos
males no son resultados legítimos de esa práctica, sino que se deben al
abuso de ella. Persiste el hecho de que acompañan males muy graves a los
que la práctican y que recaen los peores desastres sobre el médium
mismo. Ésto, por sí sólo, es suficiente para condenar su práctica. Puede
que el conocimiento que se gana a través de este proceso sea deseable,
pero el sacrificio que hay que hacer para obtenerlo es demasiado grande.
Además, puede obtenerse por un método mucho mejor, sin que cause ningún
daño a nadie.
Puede lograrse información muy superior por el método independiente de
los Maestros, sin ningún perjuicio para nadie. En realidad, llegar a ser
un médium no es ningún "desarrollo" en ningún sentido de la palabra. Es
la antítesis exacta del desarrollo: es una decidida desintegración, una
deplorable degeneración, una pérdida absoluta. En cambio, el método de
los Maestros, ha demostrado inmensamente más que lo que el espiritismo
pueda probar nunca con respecto a los mundos superiores, conduce al
mismo tiempo al más espléndido desarrollo en todo cuanto eleva al hombre
inferior hasta el exaltado nivel de superhombre. Si alguien quiere
proseguir con este asunto, puede sacar provecho de la lectura de "El
Gran Crimen Sicológico", de John E. Richardson, en aquel tiempo conocido
como "TK". Este libro muestra, con certeza y de la manera más
concluyente, la naturaleza destructiva del hipnotismo y de la
mediumnidad. Debería ser leído por todos los estudiantes de los
fenómenos de hipnotismo y de Mediumnidad.
Mientras la Sabiduría Oriental condena el control del médium como un mal
y también como un método decididamente no fiable para recibir mensajes
de los muertos, sin embargo, los hallazgos del Espiritismo coinciden
generalmente con bastante acierto con las enseñanzas de los Maestros,
hasta donde llegan esos hallazgos, pero, en general, son extremadamente
limitados en su alcance. El conocimiento que se logra por ese medio va
raras veces más allá de las proximidades de las regiones intermedias
entre las esferas de la tierra y la primera región de los Maestros, es
decir, el plano astral, Por lo tanto, las revelaciones hechas por los
médiums son extraordinariamente limitadas.
Al contrario de las enseñanzas de los Maestros, el Espiritismo insiste
en apasionarse con la creencia de que ser un médium es un "don", cuando
en realidad es una terrible pérdida. Richardson muestra, de la manera
más incontrovertible, que el más grande crimen que puede cometerse
contra la inteligencia de un individuo es privar a esa inteligencia del
derecho de poder controlarse a sí misma. Es una marcada humillación, una
decidida degradación, reducir al médium al nivel de ser solamente un
"instrumento" para que alguna otra inteligencia lo maneje a voluntad.
El Maestro verdadero no es nunca un instrumento. Jamás es un médium.
Entra en las regiones espirituales por su propio derecho y por sus
propios poderes. Nunca es controlado. No tiene nada que ver con
"controles". Se controla a sí mismo. Ve y oye lo que hay que ver y oír,
independiente y libremente. No hay el más ligero elemento de
subordinación en el proceso de Maestría. Es exactamente lo contrario.
Todas sus facultades y poderes se desenvuelven y fortalecen,
manteniéndose siempre bajo su propia y soberana voluntad. Esto
constituye la diferencia esencial entre el proceso subjetivo del médium
y el método independiente del Maestro.
Alguien podría objetar aquí que los Maestros ejercen un control
subjetivo sobre sus discípulos. Pero esta objeción se debe a un serio
malentendido de los hechos. Es cierto que hablamos de perfecta
obediencia al Maestro, pero eso no implica que el Maestro ejerza un
control arbitrario sobre el discípulo. El Maestro nunca controla a su
discípulo, excepto por amor. Muy raras veces, si es que alguna vez lo
hace, le da un mandato. Generalmente le ofrece consejo y lo hace de la
manera menos arrogante. Es una ley fundamental entre todos los Maestros,
y aun entre los buenos yoguis, que debe dejarse al discípulo en completa
libertad de ejercitar sus propios poderes, sin obstáculos. Si hubiera
ocasión de decir que el Maestro gobierna alguna vez, lo hace con amor,
no con autoridad. El más pequeño deseo del Maestro es ley para el
discípulo; pero eso es porque ama a su Maestro y también porque sabe que
el Maestro siempre tiene razón. Es un hecho, como confirmará todo
discípulo avanzado de un Santo, que en este mundo no hay algo como
libertad perfecta para nadie, a menos y hasta que se aprenda a seguir a
un Maestro verdadero.
Hay otro punto, en relación con esto, que no debería pasarse por alto.
Mientras que el médium va muy raras veces más allá de los más bajos
mundos de las regiones subastrales, ése no es ni siquiera el punto de
partida de donde se elevan los Maestros para invadir los mundos
superiores. Por lo tanto, los médiums no saben absolutamente nada de las
regiones espirituales puras; y, en realidad, muy raras veces se ponen en
contacto con las zonas astrales puras. Sus campos de acción están muy
por debajo. Su actividad se limita generalmente a las regiones
subastrales o lo que podrían llamarse los "campos magnéticos". Éstos se
encuentran inmediatamente por encima del mundo físico y, sin embargo,
están muy por debajo del astral puro.
En esas regiones inferiores hay generalmente un orden menor de espíritus
que son contactados por los médiums. Creemos, y tenemos muy buenas
razones para asegurarlo, que ninguna inteligencia de alto nivel, como
son los nobles y grandes personajes de la historia, no regresará nunca
para comunicarse a través de los médiums. Por lo tanto, cuando algún
espíritu pretende ser Sócrates, Abraham o Lincoln, es mejor cambiar de
asunto inmediatamente. Se trata sólo de una pretensión de alguna
inteligencia mal intencionada, que anda flotando en los planos
magnéticos inferiores, conectados con el mundo, y que desea apegarse a
los médiums o a los que le rodean, o se quiere divertir a costa de las
personas que no pueden descubrir el fraude. Lo más patético es que no le
es posible al médium salvarse de una imposición así. Puede ver y oir
solamente lo que su control desea que vea y oiga. Nada más. No es
independiente en ningún sentido.
Cuando alguna madre cariñosa se supone que acude a comunicarse con su
familia y da consejos y mensajes de amor, esos consejos deben tomarse
con el mayor escepticismo. Cuando a un médium se le hace creer que una
madre o un padre, o algún otro personaje histórico notable, es su guía o
su "maestro", esa pretensión debe ser catalogada como falsa. Ningún
Maestro verdadero trabaja nunca a través de un médium. Eso es
completamente inconcebible, ni tampoco ninguno de los espíritus
altamente desarrollados usa de un médium jamás. Pero, cuando nos dicen
que una persona en particular es uno de los guías podemos aceptarlo como
un hecho posible. Verdaderamente, es de lo más común en esos
procedimientos. Pero, ¿qué valor tiene esa comunicación? Si buscaras
consejo sobre lo más importante en lo que concierne a la vida, ¿irías a
pedirlo a un ignorante? Por supuesto que no. Y no te imagines que,
porque haya pasado a uno de los planos superfísicos inferiores, ya por
eso ha adquirido una enorme cantidad de conocimientos que está ansioso
de comunicarte. La única diferencia entre un muerto y un vivo es que el
que murió se ha despojado de su cuerpo físico. Ni ha ganado en sabiduría
ni ha mejorado su carácter con ese cambio.
Quitando la contribución que ha prestado para probar que se sobrevive a
la muerte, el Espiritismo tiene muy poco más que ofrecer. Sus
descubrimientos confirman, hasta cierto punto, las enseñanzas de los
Santos. De hecho, el Espiritismo es una especie de eco, un eco distante
de lo que se dice que son las antiguas enseñanzas Tántricas, con algunas
añadiduras. Pero a ese método le falta el elevado idealismo de la
Sabiduría Oriental. Hace hincapié en los fenómenos, en lugar de hacerlo
en la promoción de los poderes espirituales y en aumentar la sabiduría.
Su intención es desarrollar médiums, en lugar de Maestros. De hecho,
carece por completo de método para el desarrollo de Maestros. Si lo
tuviera, nunca toleraría la mediumnidad. En lugar de ir hacia el
interior y ser testigos de los fenómenos reales, como hacen los
Maestros, prefieren extraer y exponer esos fenómenos donde puedan vender
el espectáculo a moneda por asiento. (Es natural que los buenos
espiritistas digan que no aprueban esas cosas. En el caso de médiums
honrados, que nunca venden sus servicios, alabamos sus motivos, pero
desaprobamos sus métodos).
Al Espiritismo le falta la visión elevada del yogui. Su calmada
abnegación es completamente desconocida para el médium ordinario y
ningún médium consigue aumentar sus poderes naturales. Sufre una marcada
pérdida de sus poderes, en la misma proporción en que cae víctima del
control de otros. En todos los casos, el médium es incapaz de distinguir
lo cierto de lo falso. Ve y oye solamente lo que su control quiere que
vea y oiga. No pocas veces termina la mediumnidad en una bancarrota
total y, ocasionalmente, en un manicomio.
Como se verá, a pesar de que el Espiritismo y la Ciencia de los Maestros
llegan a la misma conclusión con respecto a la persistencia de la
conciencia más allá de la muerte del cuerpo, no obstante, tienen métodos
muy diferentes de llegar a ello. Una de las clases, la de los Maestros,
trabaja por medio de un método normal, natural y constructivo, teniendo
como resultado un desarrollo genuino y un enorme aumento de conocimiento
y poderes, mientras que la otra clase, la de los médiums, cae víctima
del más destructivo de los procesos sicológicos que el Poder Negativo
haya inventado para desviar a los hombres. El método de los Maestros es
independiente y constructivo, mientras que el de los médiums es
subjetivo por completo y decididamente destructivo.
25. Los Rosacruces
Los Rosacruces son una sociedad de
estudiantes de ocultismo que se dice tuvo su origen en Alemania, en el
siglo XV. Ahora es una organización mundial, con oficinas generales en
San José, California. Al igual que la Teosofía, ha derivado la mayoría
de sus dogmas de los Vedas. Tiene su sistema de meditación y promete a
sus estudiantes la luz interior. En este sentido, va mucho más lejos que
otros sistemas. No podemos determinar con seguridad lo efectivo que
pueda ser su yoga, excepto decir que, después de dos años de practicar
sus métodos fielmente, este escritor no descubrió ningún valor
apreciable. Tal vez fue por culpa mía. Sin embargo, mirado ahora, a la
luz de mi experiencia en el Sendero de los Maestros, el sistema de los
Rosacruces tiene sus propias limitaciones.
La Hermandad Rosacruz pretende ser una aliada de la misma Gran Hermandad
Blanca de los Teósofos. No se ha aclarado si se considera a sí misma
hermana gemela de la Teosofía; pero, si es así, una de las gemelas nació
mucho tiempo después de la otra. La Teosofía está todavía en su
infancia, si se la compara con la madurez, en años, que tiene el
Rosacrucianismo. Escoger entre ellas presenta el mismo problema que
aquél al que se enfrentó el joven que tenía que decidir con cuál de las
gemelas se casaba. Finalmente, se decidió por alejarse de las dos.
Puesto que no podía distinguirlas, podrían producirse complicaciones en
el futuro.
Las dos organizaciones son buenas. Ambas han hecho un noble servicio.
Pero este escritor, después de años de cotejar a las dos tratando de
entenderlas, decidió finalmente buscar un sistema más relevante que no
tuviera rivales. No lo pudo encontrar sino hasta que conoció al Gran
Maestro. Después de eso, las demás religiones y filosofías quedaron en
segundo término. La Ciencia de los Maestros no tiene rival. Una vez que
se conoce, los restantes sistemas adquieren relativa importancia, del
mismo modo que la luz de una vela pierde su valor al salir el sol. Sin
embargo, la vela puede ser muy útil cuando no hay luz solar.
El defecto más serio del sistema Rosacruz, como el de su hermana la
Teosofía, es la falta de un Maestro verdadero vivo a quien pueda acudir
el estudiante. Su literatura habla mucho de Maestros, hierofantes,
mahatmas, arhats, tan sólo haciéndole a uno agua la boca, sin nunca
alimentarnos. La mayoría de esos "maestros" lleva una vida escondida,
muy lejos de la ocupada rutina de los hombres, en las silenciosas
profundidades de los Himalayas. Pero cuando un ansioso estudiante
pregunta cómo puede encontrar a alguno de ellos, se le contesta que
ningún pecador ordinario puede aproximarse a su alteza serenísima.
El caso es muy parecido al de un hombre que está enfermo y se le dice
que el gran médico está tan ocupado con asuntos importantes que no puede
atender a un hombre común, pero, si puede sostenerse hasta que esté sano
y fuerte, puede ocurrir que finalmente se le conceda una entrevista. De
todos los hombres del mundo que están enfermos y agotados es el pecador,
el alma que lucha en las profundidades, el que más necesita la mano del
Maestro. Tanto los Rosacruces como los Teósofos prometen al estudiante
que puede que algún día, si vive tiempo suficiente y trabajo con
bastante empeño, consiga ver por un momento a uno de los grandes.
Una vez le escribí a un hombre que aseguraba haber pasado años con los
Maestros Hindúes. Le pregunté cómo podría encontrar a uno de ellos y me
replicó: "Cuando hayas obtenido un perfecto autodominio estarás en
presencia de los Maestros".
No hay duda de la exactitud técnica de esta respuesta. Mandando sus
vibraciones "inalámbricas" por todo el mundo, puede que ese tranquilo y
desapasionado mahatma que se sienta serenamente en su retiro de los
Himalayas haga algún bien, pero lo que yo quería era un Maestro vivo que
me ofreciera alguna atención personal.
En aquel entonces no tenía yo mucho interés en las vibraciones del
mundo. Quería un Maestro vivo al que pudiera verle la cara con estos
ojos físicos, cuya voz alentadora pudiera oir y cuya mano bondadosa
pudiera tomar entre las mías. No hay duda de que los Rosacruces están en
contacto con algunos restos del antiguo yoguismo, que flotan más o menos
densos a través de muchos planos. Pero no parece que tengan mucho que
ofrecer como instructores de yoga con éxito. Ello es debido a que
carecen de señales claras, de un camino definido para lograrlo y les
falta un maestro vivo para guiarlo a uno. Este escritor está hablando
por experiencia personal y no de oídas, de igual manera que habla
también por experiencia personal en lo concerniente al sendero de los
Santos.
Hay un hecho que debería hacer que el estudiante con discernimiento se
detuviera a pensar. Si pudiera alcanzar todo lo que pretenden los más
avanzados representantes Rosacruces, sólo se trataría de un destello de
la más altas realidades. Es únicamente el principio del Sendero de los
Santos. Ninguno de ellos va más allá del umbral del verdadero Reino de
la Luz.
Decimos todo esto, no para señalar defectos ni para rebajar a estas
organizaciones, sino porque es mucho mejor para la humanidad si se dan a
conocer los hechos abiertamente por alguien que está en condiciones de
conocerlos. Si cualquier estudiante sincero se inclina a contradecir
estas afirmaciones, que venga por las pruebas con el Maestro verdadero.
Puede obtenerlas en abundancia.
Démosles crédito a estas dos organizaciones, como a todas las demás, por
el bien que han hecho y amémoslas por ello. Pero, al mismo tiempo,
reconozcamos sus limitaciones, busquemos entonces un Sendero que no
tenga restricciones y que conduzca hacia la meta espiritual más elevada.
El estudiante que comienza a estudiar la filosofía espiritual y
selecciona un sendero definido debería saber con certeza, si es posible,
que está entrando en la vía principal de los Maestros y no en un camino
secundario. Como cuestión de hecho y como puede comprobar cualquiera por
sí mismo, si el estudiante alcanzara todo lo que se le promete en
cualquiera de estos caminos inferiores, aun cuando llegara a ser uno de
sus más grandes mahatmas, todavía sería sólo un principiante en el
Sendero de los Grandes Maestros. Concedámosles, sin embargo todo el
crédito por su ayuda a la humanidad. Sería una bendición muy grande,
ciertamente, si todos los hombres hubieran alcanzado la mitad de su
desarrollo, una décima parte de su sabiduría y poder. Que nadie se
ofenda por esta declaración. Se hace con toda humildad y amor, pero es
necesaria por haber grandes cuestiones de por medio.
Los hombres andan buscando un camino por todas partes y el asunto más
grande para todos ellos es entrar por la carretera principal en la
ciudad de la luz y no desviarse por ninguna otra vereda sin salida. Es
dudoso que esas grandes almas conozcan los logros o senderos superiores
de los Santos, que conducen a las regiones a las que solamente tienen
acceso los Maestros. ¿Cuántos, de los millones de personas que hay en el
mundo, saben realmente de las regiones alcanzadas por estos Mahatmas de
la Hermandad Blanca? Del mismo modo, hay muchos ahora en los planos de
la Hermandad que no saben de nada superior. Pero, en cualquier caso, no
despreciamos al recién matriculado porque nosotros tengamos el grado de
Maestros en Artes. Todos somos hermanos y todos procuramos actuar lo
mejor que sabemos.
Hay otro punto importante que puede mencionarse aquí. Podría ser
provechoso explicar el método de todas las hermandades de ocultismo que
operan de manera diferente a los Maestros. Aquéllas no buscan dar su luz
a la humanidad. No es su misión principal. Aceptan muy pocos discípulos
y los entrenan para que lleguen a ser sucesores suyos, su trabajo es
mejorar al mundo y no especialmente el de liberar a los individuos del
mundo y de sus redes. Por el contrario, el trabajo de los Grandes
Maestros o Santos es llevar a la gente hacia arriba y fuera de este
mundo hasta otro mejor. Los que mejoran al mundo vienen a destruir el
mal y a establecer la justicia. Los Santos vienen a llevarse a la gente
a su hogar eterno. Trabajando solos, esto es, sin un maestro viviente,
como todos tienen que hacerlo en las iglesias y en las sociedades
ocultistas, -es decir, sin un Maestro que viva en la actualidad- lo más
que pueden hacer los estudiantes es despejar un poco el camino.
Finalmente, tienen que volver todos a resbalar en las vueltas fatales de
nacimientos y muertes. Ningún hombre puede lograr escapar de esa rueda
que gira eternamente sin ayuda de un Maestro vivo.
26. Elementos Básicos de
Todas las Religiones
Ya es momento adecuado de resumir las enseñanzas de todas las religiones
y tratar de señalar sus diferentes posiciones en el esquema de los
Maestros. Apresurémonos a decir, en primer lugar, que los Maestros no
condenan a ninguna religión. Ninguna de ellas debe descartarse como
falsa. Si no tuvieran alguno de bueno, no hubieran sobrevivido. De
hecho, no hubieran aparecido. Si no hubieran venido a llenar una
necesidad real, no se habrían manifestado en absoluto.
Hay una inclinación decidida en estos días a insistir que todas las
religiones son igualmente buenas y efectivas, que todas ellas
constituyen solamente diferentes caminos que conducen a la misma meta.
Éste es un punto de vista liberal y caritativo, que debe alabarse de
todo corazón. Es un paso adelante hacia la tan deseada hermandad
universal, poniendo fin a las luchas y litigios religiosos. Se han
realizado muchos intentos de llevar a cabo un concilio ecuménico de
todas las religiones. Se han organizado congresos mundiales. Eso debe
impulsarse por todos los medios. Sería una conclusión dichosa si
pudiéramos decir, aquí y ahora, que todas las religiones son igualmente
buenas y que todas conducen a la misma meta. En ese caso, no habría
ninguna ventaja en discutir el asunto: ninguna necesidad de más libros.
Los Santos mismos no tendrían ya ninguna misión. Sencillamente, se
entregaría el mundo a un congreso de sacerdotes y todos los demás nos
despreocuparíamos. ¿Por qué preocuparse?
Pero, lamentablemente, no es ése el caso. Podemos admitir, francamente,
que una religión es igual de buena que otra y que todas son igualmente
efectivas. Sobre esta base, pueden admitirse todas en una gran amalgama.
Sin embargo, después de hacerlo y poner a prueba el conjunto en su
totalidad, se encontrará que tiene dos grandes defectos. Hay dos puntos
vitales, en los cuales fallan todas las religiones. Uno es la falta de
un Maestro vivo. Ésa es una necesidad que nadie más que los Santos
pueden llenar. Ninguna religión lo tiene. Ese requisito, un absoluto
sine qua non, señala la carencia de todas las religiones. Otra falta de
la que adolecen es que han perdido todo contacto consciente con la
Corriente Audible de la Vida y no saben cómo encontrarla. No obstante,
ésa es la consideración más vital en el Sendero de la liberación
espiritual. Podemos decir, en verdad, que, sin este contacto consciente,
nuestra vida ha sido en vano; sería mejor que no hubiéramos nacido. Por
lo tanto, si se unieran todas las religiones, todas las iglesias, la
unión en sí carecería aún de los dos elementos más esenciales de un
sistema universal de emancipación o salvación. Sería prácticamente
inútil, excepto como una agradable fraternidad social.
Hay tres grandes eslabones en la cadena de oro de la salvación: Un Sat Guru vivo, la Corriente Audible de la Vida y la liberación
espiritual. Todos ellos se discutirán más detalladamente en sus lugares
apropiados. Aquí sólo se repiten con objeto de destacarlos.
Si analizamos todas las religiones históricas, encontraremos que
consisten en cinco elementos básicos: 1) Suposiciones supersticiosas; 2)
Extravagancias emocionales; 3) Ceremonias rituales; 4) Especulaciones
metafísicas; 5) Principios éticos. La proporción de estos elementos
varía, desde el tipo inferior de fetichismo, hasta la sublime ética de
un Emerson. Pero todas las religiones llevan el sello de esos cinco
elementos en diferentes grados. Cualquier pequeño grado de bhakti,
"devoción", o de dharma, "buenas acciones", que pueda encontrarse en
cualquiera de ellas, todo, encaja en el mismo patrón de estos cinco
ingredientes. En algunas puede encontrarse una vaga referencia a la
Corriente Audible de la Vida, pero, en su mayor parte, han perdido todo
conocimiento adecuado de la misma. Es evidente que en esos cinco
elementos de las religiones del mundo hay muy poco, si es que hay algo,
de religión genuina.
¿Qué es, entonces, una religión genuina? La religión es una experiencia
individual. Es percepción de la realidad. Nadie puede decir exactamente
lo que es la belleza. Es una experiencia basada en la relación entre las
cosas y una inteligencia individual. La belleza es el gozo que brota de
esa relación. La belleza es un paso hacia la Realidad. En esencia, la
belleza es una forma de amor. Es un rayo del corazón infinito de las
cosas. Así es la religión. Es luz. Es amor. Es alegría. La verdadera
religión existe solamente cuando el alma encuentra gozo en el Infinito.
La Religión no se encuentra en credos ni en ceremonias. Hagamos
hincapié, una vez más, en que la religión es una experiencia individual.
Y así como la experiencia de cada individuo es diferente a la del resto,
también es diferente su religión. De ahí que hayan tantas religiones en
el mundo como individuos.
La religión no es una expresión externa. No puede expresarse
exteriormente. Por esa razón, la religión no puede encubrirse nunca en
formas y ceremonias. No puede embotellarse dentro de los credos como si
fuera comida enlatada. Jamás puede darla un hombre a otro. Tampoco puede
escribirse en libros.
Una de las razones por las que hay tanta confusión en el entendimiento
de la religión es porque la experiencia de cada hombre es distinta a la
del resto. Mi religión no es como la de ninguna otra persona, a menos
que haya tenido las mismas experiencias que yo. El hombre primitivo
comenzó a crear, de una manera muy torpe, una forma de propiciación, una
ceremonia, un sacrificio. Observaba con terror la tempestad que arrasaba
con todo y dedujo que habría de existir un poder maligno tras ello. Es
significativo, como interpretación de la sicología humana, que el primer
concepto que el hombre tuvo de Dios fuera el de un ser maligno. Pasó un
tiempo inconmensurable antes de que el amor entrara en la idea de Dios.
Como conseguía favores de los hombres y de los animales haciendo algo
para agradarles, su siguiente pensamiento fue hacer algo para agradar a
esas fuerzas gigantescas que habían tras los fenómenos naturales.
Consiguió cierta experiencia personal de las ceremonias y sacrificios
que instituyó entonces, y eso constituyó su religión. Pero la religión
de ese hombre primitivo era muy diferente a la del moderno Kabir. Sin
embargo, fue su religión y hay que respetarla. Era lo máximo que podía
hacer.
27.
El Amor, Esencia de la Religión
No debería ser difícil ahora para nosotros tender un puente sobre la
brecha de los siglos y llegar a algún tipo de conclusión sobre lo que es
una religión genuina. Digamos, con el debido y pleno énfasis, que no hay
esa distinción de religión falsa y religión verdadera, porque para cada
hombre su religión es la verdadera y genuina. Es su experiencia. Pero
¿qué es lo que constituye la diferencia que todos sabemos que existe?
Esa diferencia consiste en el grado de realidad objetiva que haya tras
nuestras experiencias individuales. Si construimos una religión basada
en nuestras propias imágenes mentales, en un largo período de sugestión
y autosugestión, nuestras experiencias no estarán fundadas en una
realidad objetiva. Si construimos una forma de religión sobre
suposiciones, supersticiones, especulaciones, nuestro sistema será como
una casa construida sobre arena. Al probarla, no se mantendrá en pie. En
cambio, si nuestro pensamiento religioso y nuestras experiencias están
basadas en la realidad, nuestra religión pasará por todas las pruebas.
Un hombre así experimentará la religión en el plano más alto posible.
Esa religión producirá los más ricos frutos, puesto que se nutre de la
tierra de la realidad. La lección lógica que debe derivarse de este
hecho es que cada uno debe poner todo su empeño en asegurarse por sí
mismo de que sus teorías religiosas, su modo de pensar y sus
experiencias personales están basadas en la realidad, en hechos. Nunca
se subrayará suficientemente que no se puede tener esa seguridad
mientras no se hagan a un lado los sentimientos y nuestras convicciones
no estén basadas en vista, oído y tacto reales. Si piensas que no está a
tu alcance una base así para tu religión, es que no has encontrado a un
Maestro verdadero.
Ahora bien, ¿cuál es el contenido de esta religión que pasa todas las
pruebas? Es la religión experimentada por todos los Maestros y sus
discípulos. Su contenido es AMOR. En el corazón infinito de las cosas se
encontrará que el amor y la realidad son una misma cosa. La ausencia de
amor significa ausencia de realidad. Todo lo demás es ilusorio. La
comprensión plena de este hecho sublime es religión genuina. Es un gran
gozo. Si hay algo que distinga al Maestro de los demás hombres es el
amor. Es algo superior al entendimiento. El Maestro es el único hombre
del mundo que experimenta la religión en su pleno y completo sentido,
porque es el que más ama. Por lo tanto, si concentramos todo el tema en
una tesis fundamental, no quedará nada sino amor. Por consiguiente, el
amor y la religión son una misma y única cosa. Religión, amor, realidad:
todo es uno.
Habiendo descubierto ahora el precioso contenido radical de la religión,
la conclusión lógica y simple es que no hay nada que sea religión
genuina en los credos y formalidades de las religiones del mundo.
Solamente el Maestro vivo puede abrir las puertas del amor infinito y
únicamente Él puede abrirnos la fuente del amor. Cuando lo hace,
descubrimos por vez primera que no hay ninguna otra religión, ni puede
haberla. Una vez que bebemos de esa fuente, tenemos vida eterna.
Disponemos de una religión que abarca todas las demás, una religión de
perfecta unidad, con amor sin límites.
Algunos educadores enseñan que debemos empezar la religión amando a la
humanidad. Insisten en que eso nos llevará a amar a Dios. Es una
atractiva teoría y, ciertamente, cualquier cosa que nos conduzca a amar
a nuestros semejantes es algo bueno. No hay nada que necesitemos más.
Pero ¿funcionará esa teoría? ¿Cuánta gente se ha visto que realmente la
haya puesto en práctica? Yo nunca me he encontrado con nadie. Por otra
parte, he visto a muchos que encontraron su camino hacia Dios por el
esplendoroso sendero de un Maestro vivo y, a continuación, han llegado a
amar grandemente a la humanidad. Aprendieron a amar al más ínfimo de los
animales, a cada planta y a cada flor. Sus vidas se tornaron llamas de
amor creativo. Y ésa es la religión genuina. No hay otra. Pero esta
religión se alcanza solamente en el Sendero de los Maestros.
Solamente los Maestros pueden sintonizar el alma con el celestial Bani,
la Corriente Audible de la Vida. Después de todo, esta corriente de la
Vida es la fuente de todo el amor del mundo. El Maestro manifiesta tanto
amor debido a que Él y esta Corriente son uno. El amor nace en nosotros
y, con él, su hermana gemela, la religión, cuando nos encontramos a un
Maestro y éste nos une a esa Corriente. Una vez que el hombre ha
alcanzado esta experiencia interior, tiene vida dinámica dentro de sí
mismo para enfrentarse a todas las tentaciones con éxito y vive como
reclama el más alto código de ética. Nunca de otro modo. Hacer de la
moral el medio de alcanzar la religión es trabajar al revés. La ética es
un medio para limpiar la mente, aunque ni en su mejor forma sea
perfecto. Pero eso solamente le prepara a uno para emprender el Sendero
cuyo fin es comprender la verdadera naturaleza de Dios. Todavía más
importante: la ética nunca generó amor. Por tanto, la ética no es la
religión ni el terreno donde ésta crece. La ética genuina es el fruto
del amor y el amor es el fruto vivificante de la Gran Corriente.
Tratamos a nuestro prójimo como se debe porque le amamos. No le amamos
porque le tratemos bien.
La ética no puede constituir jamás la base para una religión universal
porque no puede crear amor. Por eso somos testigos tan a menudo del
extraño fenómeno de que personas intensamente religiosas manifiesten
tanto odio. Sus teorías sobre Dios, los cielos y la liberación
espiritual no tienen valor porque no está basadas en el conocimiento.
Quítese a cualquier religión su código moral y no sobrevivirá ni un mes;
con excepción de aquellas formas en que se evalúan las ceremonias por
sus efectos sicológicos. Toda civilización atrasada ama la ceremonia por
ella misma.
Podemos contemplar un alto ejemplo de servicio amoroso, hasta sentirnos
prestos a ofrecernos a nosotros mismos, renunciando a todo: hasta a
nuestra propia vida. Si lo hacemos así, lo inspirará el amor que brota
del alma en respuesta a esa llamada. Pero esa clase de amor no es del
más alto orden. En gran parte es sólo lástima; una invocación a las
emociones. Cuanto más amor, más religión. No debemos negar que muchas
almas nobles, con el corazón rebosante de amorosa compasión y un
profundo interés por alguna causa, han ofrendado sus vidas por ella.
Pero el amor perfecto, con perfecta luz, aparece sólo cuando se funde el
alma con el Alma Infinita, a los pies de un Maestro vivo.
Es verdad que la mayoría de las religiones predican el amor como factor
vital de la religión. Basan su ética en el amor a Dios y al hombre, pero
en gran parte es teoría. Todos predican y desean amor, pero quieren que
sea su prójimo el que comience a amar primero. Aquí se ha probado una
vez más, como tantas otras innumerables veces en la historia, que la
religión institucional y la ética fundamental no siempre van juntas.
La mente humana se desvía muchas veces y da muchas vueltas. Algunos de
los peores personajes de la historia se cuentan entre los más
religiosos. Nada es más conspicuo en la historia que el incesante
predicar sobre el amor y la incesante práctica del odio. Pero predicar
el amor tiene un fuerte atractivo para la inteligencia, porque todos
reconocemos que es la esencia salvadora de la vida. Por lo tanto, todas
las religiones hacen del amor su fundamento, en teoría. Es un buen tema
para sermones, pero muy pocos construyen su carácter sobre esa base y la
razón es que les hace falta el dinamismo esencial de la religión. No
tienen la omnipotente Corriente del Amor para darle vida a su religión.
Su amor está generalmente almacenado en la biblioteca.
Los hombres construyen hermosas catedrales góticas; las llenan de música
y de ceremonias y siguen predicando la ética y el amor. Pero, una vez
terminada la ceremonia, la multitud de hombres y mujeres bien vestidos
se aleja corriendo hacia sus banquetes, sus bancos, sus haciendas y sus
pasiones secretas. ¿Dónde está el amor? ¿Dónde está la religión? Y sin
embargo Jesús dijo que el amor debería ser el santo y seña para
distinguir a sus discípulos. Éste es el punto central más sobresaliente
en el sistema de los Maestros. Al contrario de todos los demás, los
Grandes Maestros practican el amor.
Al final, todos comprenden que la religión fundamental es la que
experimenta el individuo cuando ha encontrado el gran amor. No puede ser
nada más. Las comunidades religiosas van y vienen, pero la ética
permanece. Permanecerá. Sin embargo, la religión genuina es una cuestión
diferente. No debe confundirse con ningún sistema de ceremonias. Es algo
que se hace realidad solamente en los espacios profundos del alma,
cuando se ha hecho el contacto místico con el divino Bani y el alma
aprende con certeza que no hay nada en el mundo más que el amor.
En todas las religiones de más auge brilla por su ausencia este
contenido esencial. Si individuos aislados, aquí y allá, están llenos de
amor, si toman como regla de su vida servir desinteresadamente, eso no
implica que deba darse crédito a su religión. Al contrario, su amor la
ha enriquecido. Si no fuera por esas amorosas almas, que a través de la
historia, han traído a sus diversas religiones la contribución de su
propio amor individual, éstas tendrían muy poco que mostrar. Cuando un
noble individuo destaca por su brillo en la historia, los sacerdotes le
dan la vuelta a la cuestión y dicen: "¡Mirad lo que ha hecho nuestra
religión!". En realidad, desempeñaron su noble servicio activados por un
amor que brotó a pesar de su religión. La religión ceremonial nunca ha
hecho nada para enriquecer la vida de nadie, excepto en lo que se
refiere a la cultura ética y estética del refinamiento en las ceremonias
y en la música. Pero, ¿por qué ofrecerlo en nombre de la religión? La
cultura verdadera está muy por encima de todas las religiones.
La mayoría de las religiones son como una ensalada mixta: están hechas
de un cierto número de virtudes siempre frescas, de un grupo escogido de
hermosos dogmas, un poco de aceite de belleza, unas cuantas rebanadas de
filosofía integral, sazonada con la sal y pimienta de las buenas
acciones, dándole el sabor con el condimento de las oraciones, aderezado
con un atractivo ritual y servido por un pulido camarero llamado
sacerdote. Esto puede tener algún valor como dieta de limpieza, pero el
pan de la vida no se encuentra ahí. Cuando el alma hambrienta se pone en
contacto con la Corriente Audible de la Vida, entonces, y solamente
entonces, entra en la vida eterna, y solamente entonces experimenta el
amor perfecto, vibrando a través de cada una de las fibras del ser.
Cuando se abandonen todas las religiones institucionales comenzará a
despuntar la verdadera civilización. Siempre han sido los inconvenientes
más serios para el progreso. Siempre han actuado como los frenos de las
ruedas. ¿Qué es lo que ocupará entonces el lugar de esas religiones?
Nada. La casa se limpiará. ¿Qué pondrán los hombres dentro de la casa?
El amor llenará todas las habitaciones. El amor la amueblará y la
alumbrará. El amor condimentará sus mesas. El amor cantará sus
canciones. El amor jugará sus juegos. De sus puertas felices saldrá el
amor a subyugar al mundo. Aún más: abrazará al mundo. Todos los hombres
sabrán entonces lo que es la religión, porque conocerán lo que es el
amor.
Si se me pregunta cómo alcanzará la generación venidera ese summum bonum
de la filosofía y la religión, diré, como se ha dicho ya tan a menudo en
estas páginas, que por medio y a través del método científico de los
grandes Maestros. ¡Porque de ellos es el Sendero del Amor, el Prem-Marga,
el Bhakti-Marga, el Sendero brillante de todas las épocas!
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