7.
Las Cinco Perversiones De La Mente
Cualquier descripción general de la sicología de los Maestros no estaría
completa sin hacer una mención especial a los cinco modos de acción
mental destructiva llamados las pasiones. Hemos dicho que son
perversiones de las facultades normales. Así es. Si la mente, cumpliendo
con su deber, se mantuviera estrictamente dentro de su legítimo campo de
acción, nunca se vería sujeta a esos cinco procesos destructivos. En
realidad, son enfermedades mentales superinducidas por el mal uso de las
facultades normales. Son una especie de morbosidad sicológica, pero
juegan un papel tan tremendo en la vida humana ordinaria que debemos
estudiarlas como haríamos con un cáncer esperando hallar remedio.
Los Maestros se han encontrado, durante siglos de cuidadosa observación,
con que hay cinco formas diferentes de actividad mental destructiva. Son
formas de obsesión. Son enfermedades mortales, provocando cada una de
ellas una determinada patología en el carácter del individuo. Destruyen
por medio de insidiosa infección y disolución. Su fin es la oscuridad y
la desesperación. Pero debemos insistir en que no debe culparse a la
Naturaleza o al Poder negativo por este carcinoma mental. Estas malas
pasiones pueden echar raíces en el hombre, sólo que sean invitadas. No
debe olvidarse este hecho. A menos que las aliente el hombre por
autoindulgencia como invitadas y amigas suyas, nunca pueden entrar en la
casa. No pueden atraparle, a no ser que juegue voluntariamente con
ellas. La propia complacencia es el peor de todos los pecados. Es una
ostentosa invitación a las cinco pasiones para que entren y tomen
cobijo. Dondequiera que acceden empiezan a forjar las cadenas del mal
karma. Una vez que el hombre ha enfocado su conducta hacia esas
pasiones, éstas colocan ante él toda suerte de tentaciones, adoptando
todas las formas posibles de atractivo para los sentidos. Le engañan con
falsas pretensiones y le formulan promesas halagadoras. Para conseguir
una presa más firme sobre sus víctimas ofrecen un mínimo de sensaciones
agradables. Tratan de hacerles creer que esos placeres durarán para
siempre. Cuando llega la desilusión, como tiene que ocurrir siempre, les
prometen que, con un poco más de esfuerzo, se desvanecerán todas las
dificultades a la vuelta de la esquina. Una ronda interminable de
delicias les llevará entonces hasta una serena vejez.
El bienestar definitivo está siempre un poco más adelante; nunca lo
alcanzas. Nos muestran el espejismo de la riqueza, el amor y los
placeres, del poder y la posición social, sólo para atraernos hasta el
valle de la muerte. Al final de todo hay un interminable círculo de
nacimientos y muertes extendiéndose a través de incontables yugas, dando
vueltas a la rueda eterna. Al concluir nos encontramos tan fuertemente
atados como al principio. Si algún hombre, por medio de una lucha
heroica, consigue subir hasta un terreno superior, las cinco pasiones le
volverán a arrastrar hacia abajo, conduciéndole hasta la rueda fatal, la
rueda de los ochenta y cuatro, y así transcurren fatigantes eras.
Estas cinco pasiones mortales son: Kam, Krodh, Lobh, Moh y Ahankar.
Estas denotan: Kam— sexo, pasión; Krodh— ira; Lobh— codicia; Moh— apego
desproporcionado; Ahankar— vanidad o egoísmo. Examinémoslas ahora en
detalle.
1. Kam, o sensualidad, es una función normal, pero si se le
permite que crezca hasta una demanda anormal se vuelve destructiva y
degradante. En su significado más amplio, kam incluye todos los deseos.
Puede incluir drogas, bebidas alcohólicas, tabaco e incluso sabrosos
alimentos, ingeridos simplemente por el gozo de su sabor: cualquier
clase de apetito que busque complacencia en gozar de una sensación
agradable. En algunos aspectos, éste es el más fuerte de los cinco y,
por tanto, el más mortal. Domina sobre la inmensa mayoría de la
humanidad. Les aprisiona como si tuviera cadenas de hierro. Les arrastra
durante toda la vida. Les persigue y les tienta día y noche. Despliega
sus atractivos a cada instante. Aparece con su más alucinante apariencia
y se aleja con un seductor abandono, sin adornos. Ciega la mente. Hace
que el hombre se olvide de todas sus obligaciones morales.
Son muy diversos sus métodos de intriga. Muy variados sus halagos.
Atrayentes y falsas sus promesas. Por último, cuando ya has agotado tu
vitalidad en tus complacencias, te arroja al basurero. Embrutece a su
víctima hasta rebajarla al grado de un animal. Nubla sus percepciones y
embota el ingenio. ¿Qué es lo que ofrece a cambio de esa terrible
pérdida? Una sensación agradable, un loco momento de delirio, eso que
los hombres llaman "divertirse". Un pasajero frenesí y, una hora más
tarde, tú la víctima te encuentras sentada, sola en medio de una
aplastante oscuridad, con nuevas cadenas alrededor de tu cuello,
preguntándote por qué fuiste tan insensato.
Kam degrada a hombres y mujeres hasta el nivel del animal común y los
retiene ahí. Les obliga a tener fija la atención en lo común de hombre y
bruto. Es un principio en sicología, comprobado por experiencia, que
aquello sobre lo que se ocupa la mente llega a formar parte del
individuo. Nos convertimos en lo que contemplamos. Mientras más
vívidamente se ocupa de algo el pensamiento, más se parece el individuo
a lo que piensa.
El hombre es lo que piensa
Pero esta ley de la mente puede utilizarse tanto para el bien como para
el mal. Los maestros utilizan la misma ley en sus ejercicios
espirituales. Si nuestra atención se absorbe en el bien, formamos parte
de ese bien. Si contemplamos diariamente al Maestro, llegamos a ser como
él. Si pensamos largo tiempo y con vehemencia en el Padre Supremo,
aumenta nuestro amor por Él y llegaremos a ser cada vez más como Él.
Pero si nuestro pensamiento se ocupa en lo malo, ocurre lo mismo:
formamos parte de ello, nos saturamos y aumenta nuestra semejanza. A
continuación nos atrae y lo deseamos ardientemente.
El vicio es un monstruo de tan espantosa apariencia
Que, para odiarle, basta con verlo;
Sin embargo, contemplado en exceso, se hace familiar su
rostro.
Primero le soportamos, luego le compadecemos y después
le abrazamos.
— Pope —
Esto es una advertencia en contra del fatal deslizamiento de los hábitos
que se fijan en nuestro ser íntimo. Son como las drogas que crean
hábito. El objeto de todo esto es cegar la mente y atar al alma,
reduciéndola al plano animal. El resultado neto es que el hombre es
conducido, por este medio, al nivel del animal.
Si se usara el sexo para su propósito legítimo, no tendría por qué
llegar a ser un instrumento de degradación. Pero, cuando caemos en la
trampa de la autoindulgencia, empezamos a descender al nivel animal. La
Naturaleza nos ha dado algo que es necesario para perpetuar la vida en
este planeta. Está bajo nuestro control o debería estarlo. Sin embargo,
cuando lo reducimos a un instrumento de placer, desperdiciamos
sencillamente nuestras energías y nos nublamos la mente, terminando por
fin en la estupidez, como cualquier animal ordinario. Cuando el sexo
controla al individuo, en vez de que éste lo controle a aquél, la
degeneración de ese individuo es ya un hecho consumado. Es simplemente
un bípedo. ¿Cómo puede llamársele homo sapiens?
Esta pasión consta de muchas fases menores. Unas cuantas de ellas son:
a) El deseo insaciable de bebidas alcohólicas.
b) La drogadicción.
c) El hábito de fumar.
d) La gula.
e) El hábito anormal de hablar, especialmente contar historias obscenas.
f) La lectura de libros sobre sexo, películas pornográficas, fantasías
sexuales morbosas y la contemplación de imágenes pornográficas.
g) Juegos inútiles de naipes o de billar, que no tienen ningún valor,
excepto derrotar al adversario, una especie de morbosa autogratificación
y aliento de la vanidad personal. El hábito de la pereza, de matar el
tiempo acostado sin hacer nada.
Todas éstas son fases de kam, cuyo núcleo central es la satisfacción de
sí mismo, que es el principio del mal en todo ello. De cualquier forma
es un mal. Toda acción de autoindulgencia rebaja la condición moral y
nos ata al mundo de los sentidos. Es el peor veneno para el espíritu.
Atraen hacia abajo, hacia el plano de los animales, cuando debería uno
elevarse hacia el plano espiritual. La sensualidad es un mal
desmesurado, no importa qué forma tome. Todo esto es kam, y kam es uno
de los cinco enemigos mortales del alma.
2. Krodh, la "ira", es el segundo de los cinco mortales. Su acción
consiste en promover disputas, causar confusión y dispersar la mente,
que entonces no puede concentrarse. Es un hecho comprobado que nadie
puede fijar la mente en el centro de concentración, según indica el
Maestro, mientras se deje llevar por accesos de ira. Es completamente
imposible. No pueden coexistir ambas cosas. La ira destruye la paz,
neutraliza el amor, engendra odio y convierte a los individuos y las
comunidades en enemigos. ¿Y todo para qué? Para satisfacer un perverso
impulso de destrucción.
La ira es el extremo opuesto del amor. Igual que el amor es la suma de
todo bien, la ira debe ser la suma de todo mal. Es ciertamente la más
destructiva de las bajas pasiones. Desgarra, destruye, debilita y
aniquila cada una de las cualidades sutiles de la mente y del alma.
Quema cuanto es noble. Es un fuego que consume, nacido de las llamas de
la destrucción. Al final, deja a la víctima sin nada, excepto los
despojos de lo mejor de su ser, quemados, ennegrecidos y muertos como
los árboles del bosque que ha arrasado un gran incendio.
Así es la ira, la pasión que destruye y consume. Por supuesto su
finalidad es destruir al individuo que se deja llevar por ella. Su
acción destructiva se dirige hacia otros, pero lo más demoledor recae
sobre el que se deja dominar por ella. Le crea mal karma y le ata más
fuertemente a la rueda fatal. Si le conduce al crimen, como sucede a
menudo, se hacen mucho más fuertes las cadenas de la esclavitud y mucho
más pesada la carga.
Krodh es un servidor muy útil del Poder Negativo. Mientras domine a la
mente es imposible que ese individuo comience a avanzar en el sendero
espiritual. Su objetivo es la oscuridad, la muerte y el renacimiento
bajo la rueda.
Algunas de las fases menores de krodh son la calumnia, la murmuración,
la difamación, la maledicencia, la censura, la impertinencia, la
irritabilidad, buscar pleitos, el mal genio, la insolencia, los celos,
la malicia, la impaciencia, el resentimiento, la riña, la burla, la
crítica destructiva, la discusión con el único propósito de vencer al
adversario, la altanería mal intencionada, etc. Todos estos y algunos
más son los hijos bastardos de su padre Krodh, una sucia camada de
perros gruñones.
Siendo la ley de la Naturaleza, la ley de los Maestros es absoluta. No
puede evadirse. Debe obedecerse o cosechar dolor y angustia. Esa ley es:
Nunca criticar, nunca censurar, nunca abusar.
Nunca insultar a nadie ni en la cara ni a sus espaldas.
Nunca lastimar los sentimientos de nadie, hombre o
animal.
Nunca permitir que escape de los labios una palabra
áspera o adusta.
Por el contrario, hablar siempre con palabras de
amor, de verdad y de amabilidad.
Hay una regla ofrecida por Buddha que es excelente para que la sigan
todos los hombres. Dice que, si te propones hablar, te preguntes siempre
antes: ¿Es verdad? ¿Es necesario? ¿Es amable ?
Esta es una de las más inflexibles de todas las leyes para todos
aquéllos que buscan avanzar espiritualmente. Que nadie imagine que puede
pasar por alto esta ley y adelantar en el Sendero. No puede hacerse. El
Sendero del amor conduce a la iluminación y a la libertad y a los más
altos cielos, pero el camino de la ira y de la maledicencia conduce al
más oscuro infierno.
Creemos que la ira puede compararse muy apropiadamente con el cáncer. En
realidad es un carcinoma mental. En sus efectos es más mortal que un
cáncer para el cuerpo. Es una enfermedad que aflige a un gran porcentaje
de la humanidad y sus agonías son a menudo el resultado de toda una
vida. Cuando llega la muerte física, la mente ha envenenado tanto que no
queda en ella ningún valor moral. Es bastante extraño que esta terrible
aflicción haya recibido tan poca atención en la literatura de la
terapéutica mental. Incluso en ética se le ha dado escasa consideración
y, sin embargo, es una de las enfermedades humanas más mortales y
conduce a los más horribles desastres. Creemos que atrae más dolor y
pesar al mundo que cualquiera otra o, tal vez, que todas las demás
juntas. No debe olvidarse que esta enfermedad mental es también un
factor importante como causa de muchas dolencias físicas comunes. Su
caudal de sufrimiento es peor que todo lo imaginable. Es sencillamente
aterrador. Este cáncer mental corroe hasta introducirse en las más
íntimas fibras mentales. Lo más triste es que no mata inmediatamente.
Sería mejor para la humanidad que su acción mortal fuera tan instantánea
como los vapores de un gas letal.
Esta enfermedad de la ira, que deja por todas partes un rastro de
sufrimiento, de náuseas y terribles angustias, se arrastra generalmente
durante años. Esta enfermedad se manifiesta con los siguientes síntomas:
a) Pensar mal de otros.
b) Darse por ofendido fácilmente.
c) Criticar las acciones de otros.
d) Pronunciar discursos o dar explicaciones en público sobre las
equivocaciones de otros, ya sea en su presencia o hablando con otros
acerca de ellas.
e) La costumbre crónica de criticar o señalar los defectos de carácter
de otros, haciéndoles aparecer como realmente malos.
f) Amonestar, hostigar o arengar a otros.
g) Culpar habitualmente a los demás por todo lo que sale mal.
h) Insultar vilmente y maldecir a otros.
i) Pelear, reñir o tratar de injuriar, herir o lastimar a otros.
Y el discípulo debería recordar siempre que una injuria o herida mental
duele a menudo más que una herida física y algunas veces tarda más en
curarse. Estos nueve síntomas son algunas de las manifestaciones más
comunes de esta mortal enfermedad. Se designa generalmente como "lengua
viperina". Comparada con esta mala lengua, la plaga es una calamidad
leve. De todos los malos hábitos, de todos los defectos de carácter, no
hay ninguno otro que huela tanto a corrupción y a muerte. Al contrario
de la mayoría de desórdenes físicos que hacen que sus víctimas sufran
las consecuencias de la enfermedad, esta aflicción reacciona en los
demás aún más penosamente que sobre el paciente mismo. Es como un gas
venenoso que esparce sus mortíferos vapores por todo alrededor.
Una característica excepcional de esta loca enfermedad es el hecho de
que sus víctimas se niegan generalmente a aceptar que la padecen e
insisten habitualmente en que son los demás los que están enfermos y que
ellos son víctimas inocentes de la malevolencia de otros. Ésta es una
manifestación casi universal de la enfermedad. La simple sugerencia de
que el paciente está sufriendo ese mal es suficiente para que le dé un
espasmo violento. Nunca puede saberse cuándo te va a explotar en la cara
este infecto absceso. Hace erupción a la más pequeña provocación y sus
vapores malolientes llenan todo el entorno. No es raro que los que
sufren de un avanzado estado de esta enfermedad se harten de la vida y
se suiciden, si es que no matan a alguien. Muchas veces se suicida la
víctima para no tener que soportar la tortura de vivir cerca de una
persona así.
Lo más patético es que la enfermedad no termina con la muerte. En este
aspecto es mucho peor que una simple enfermedad física. Se halla en la
mente y ésta se marcha con el paciente después de la muerte, de modo que
la enfermedad sigue destrozándole incluso en el otro mundo. Seguirá
afligiéndole hasta que, por medio del sufrimiento y del control de sí
mismo, aprenda a eliminar esa dolencia. Es una enfermedad que no puede
remediar ningún doctor. Tiene que curarse el paciente por sí sólo. El
suicidio únicamente agrava la enfermedad. Pero cerremos esta discusión.
No es bueno que nuestras mentes se detengan en ello más tiempo. Se ha
dicho todo esto solamente para descubrir esa cosa tan terrible y ponerla
ante los ojos de los hombres, con objeto de que puedan entender cómo es
y aprender a evitarla. Deberían rehuirla todos como si se tratara de la
más salvaje bestia de la jungla.
3. Lobh, la codicia, es el tercer miembro de este perverso grupo. Es uno
de los más venenosos de todos. La función de la codicia es encadenarnos
a las cosas materiales y, de ese modo, nublar nuestra mente para todos
los valores superiores. Nos ata a las cosas más infames de la tierra.
Igual que kam nos encadena al plano animal, lobh nos ata al plano
mineral, el escalón inferior. De ahí que la codicia sea aún peor que la
lujuria. Nos prepara un dios de oro, plata y joyas. Nos identifica con
ellos fijando en ellos nuestra atención y nuestro afecto. Al final nos
esclavizan. La opulencia se convierte entonces en nuestro amo, en vez de
ser nuestro siervo. Como las demás pasiones, forja sus cadenas
lentamente a nuestro alrededor.
El hombre cae automáticamente en el plano de las cosas que ama. El avaro
se convierte en poco más que la encarnación de un puñado de oro y plata,
de bonos y valores, de tierras y casas. Aquél que sólo piensa en el
dinero y en obtenerlo se hace gradualmente duro de corazón y hasta su
cara toma la expresión facial de una tendencia implacable, semejante
persona es despiadada, no le importa otra cosa que el dinero. Presiona
en sus fábricas a otros hombres, mujeres y niños para sacar de ellos su
riqueza y sigue exprimiéndoles para obtener más oro. La compasión, el
amor y la bondad se han ido desde hace ya mucho tiempo de su proceso
mental. No puede ver nada sino ganancias. ¿Qué importa si sus molinos se
alimentan de carne humana? La sangre de esos hombres y mujeres debe
convertirse en ríos de ingresos.
Felizmente, creemos que esta imagen no se aplica a un alto porcentaje de
personas que se dedican a los negocios. Empero sí incluye a muchos.
Igual que kam degrada y krodh consume, lobh endurece. Esta pasión es
probablemente la más implacable y esclavizante de todas. La mente, bajo
el cetro de lobh, es poco más que inteligencia petrificada. Lobh tiene
muchas fases menores, tales como:
a) Avaricia.
b) Falsedad.
c) Hipocresía.
d) Perjurio.
e) Falsificación.
f) Robo.
g) Soborno.
h) Fraudes de todo orden.
Éstas son las maneras más comunes de obtener dinero fácil. El hombre más
pobre del mundo es aquél que emplea su tiempo tratando de conseguir algo
por nada. Nunca puede conseguirse. Está perdiendo su tiempo por
completo. Nadie puede obtener ganancias permanentes sin pagar el precio.
John D. Rockefeller dijo un poco antes de su muerte: El hombre más pobre
del mundo es aquél que no tiene más que dinero.
Si llegara el tiempo en que el hombre pensara únicamente en lo que
realmente necesita, esta pasión moriría pulverizada. La civilización
daría un tremendo paso hacia adelante. Si los hombres pensaran más en
dar que en recibir la raza humana estaría muy cerca de la maestría. El
Maestro es el dador supremo.
4. Moh, "apego", que significa apego ilusorio, infatuación, es la cuarta
de las pasiones destructivas. Tal vez sea la más insidiosa, la más
engañosa de todas. Se insinúa lentamente en sus víctimas, como las
demás, llega con toques de trompetas, como el tamasha, que va por
delante anunciando que se acerca un noble. Generalmente se presenta bajo
la apariencia de una bien ataviada respetabilidad. Tiene noble
apariencia. Llega como un caballero con buenas credenciales. Se anuncia
como un amigo y aliado tuyo. Sus ideas son plausibles, de modo que se
gana inmediatamente un lugar en la familia como amigo íntimo.
Parece muy razonable y apropiado que uno deba gozar de la esposa, de los
hijos, de una posición honorable, de servicios públicos, dinero, casas,
tierras y seguridad. Podemos admitir, ciertamente, que esas cosas son
necesarias y apropiadas. El individuo lo sabe y, entonces, nuestro
gentil amigo avanza con aire benevolente y te dice: "Sí, claro, debes
prestar atención a esas cosas; es tu deber".
En ese momento comienza moh su implacable trabajo bajo el disfraz de un
amigo respetable. Su método es cegarte ante los valores relativos de tu
medio ambiente y tus relaciones, para que puedas empezar a darles falso
valor. Una vez que te hayas absorbido completamente en ellos no tendrás
tiempo para nada más. Ése es exactamente su propósito. Es el punto
crucial de todo el asunto. No queda tiempo para superarse. No queda
tiempo para devociones espirituales. No queda tiempo para el servicio
altruista. Tienes que estar apartado permanentemente, la mayor parte del
tiempo, con el "ir y venir" de la casa a la oficina, ocupándote de tu
familia y tus negocios. Apenas tienes tiempo para comer y dormir, sin
mencionar el cultivarte o el servicio caritativo.
Recuerda que la salvación de tu alma es la única razón por la que te
encuentras en este mundo. Nada más cuenta. Pero el único propósito de
este moh es impedirte que lo consigas: si puede hacer que no pienses
siquiera en ese asunto se da por satisfecho. Si, a pesar de todo,
comienzas a pensar en ello, te sale inmediatamente al paso para decirte
que ahora no tienes tiempo para ese tipo de cosas, que después, cuando
las circunstancias sean más favorables, podrás atenderlas.
El Poder Negativo ha estado empleando estas cinco pasiones con el
propósito de hacer que sigamos estando ciegos a nuestro propio y
superior interés, para estorbarnos en el camino durante toda la vida.
Por esta razón moh te dirá que no debes descuidar tu rutina diaria. Que
tiene que atenderse. Al mismo tiempo, con el fin de aplacarte, te
promete que pronto vendrá el tiempo en que se hará menos pesada la carga
de tus obligaciones y las circunstancias serán entonces más favorables y
podrás cuidar de tus intereses espirituales.
Moh es el rey de la demora. Tienes que esperar el momento oportuno,
pero, al mismo tiempo, te mantiene ocupado con bagatelas. ¿Por qué
preocuparse de los asuntos espirituales ahora? Ya saldrán por sí solos
cuando llegue el momento, no hay necesidad de preocuparse por ellos
hasta que te mueras y entonces se solucionarán automáticamente. Mientras
tanto, este ingenioso amigo hace que aumenten disimuladamente tus
ocupaciones y te complica la vida. Se encarga de que nunca llegue el
tiempo libre prometido.
Las preocupaciones, la ansiedad y las complicaciones en los negocios
siguen a todos hasta la tumba. Muy raras veces puede desentenderse de
ellos. La vida se emplea, casi por completo, en tratar de perpetuar la
existencia física, la parte animal del ser. Ha sido olvidado el objeto
real por el cual viniste al mundo. Tal vez ni siquiera supiste por qué
habías venido. En verdad, muy poca gente sabe por qué vino aquí. La
mayoría no parecen estar interesados en saber nada.
Eres esclavo de tus pertenencias, ya sean estas vacas, perros, caballos
o automóviles. El noventa y ocho por ciento de tu precioso tiempo lo
empleas en servir penosamente al cuerpo animal. ¿Con qué objeto?
Solamente para que siga viviendo. ¿Y para qué quieres que siga viviendo?
Para seguir siendo esclavo suyo. Cuando vuelvan del cementerio, después
de haberte dejado allí en un bonito cajón forrado de terciopelo sobre el
que habrán echado tierra, se sentarán a repartirse lo que hayas dejado
y, de ahí en adelante, te olvidarán en el mismo remolino que monopolizó
toda tu atención hasta que te sorprendió la oscuridad final.
Y eso es exactamente lo que te hace tu suave amigo moh. Te mantiene
atado al yugo muy hábilmente hasta el momento en que dice el doctor que
todo terminó y te cubre la cara con la sábana. Te has mantenido muy
ocupado toda tu vida y, no obstante, no has tenido un minuto de tiempo
para hacer la única cosa que realmente vale la pena. De hecho has estado
muy atareado toda la vida sin hacer nada. Has trabajado como si
estuvieras en la batalla de Gettisburg, pero ¿qué es lo que has
conseguido? Solamente aumentar tu dolor y tus preocupaciones y luego la
oscuridad final. Regresas a la rueda, que sigue dando vueltas al molino
a través de todos los yugas. Llegaste aquí desnudo y con la manos vacías
y te alejas después desnudo y con las manos vacías. ¿Resultados?
Ninguno. Simplemente has dado la vuelta en la rueda. Regresas al ciclo
eterno, acaso más fuertemente atado a él que antes. Moh ha logrado una
victoria más, para su amo.
La única cosa que vale la pena llevar a cabo en esta vida, pero que muy
poca gente hace, es encontrar el Sendero de la libertad espiritual y
caminar por él.
5. Ahankar, vanidad, o egoísmo es la última de las cinco pasiones
mortales. La palabra ahankar tiene dos significados. El primero es la
facultad de la mente de hacernos estar conscientes de nuestro propio
ser, de nuestras diferencias y de nuestra personalidad. Es la facultad
que ejecuta los mandatos del buddhi en interés del ser. Pero la
exageración anormal de esta facultad se convierte en ahankar, que es
vanidad o egoísmo. Es el agrandamiento del ego, que llega a hacerse un
cáncer por la proliferación de sus células.
Como ya sabes, el cáncer es una condición en la cual el conjunto de
células epiteliales normales se agrandan en exceso. Aquí ocurre lo
mismo. El ego normal está bien pero, cuando comienza a hincharse fuera
de toda proporción, llega a tomar las características de una enfermedad.
De manera que la vanidad es un ego crecido en extremo. Ahankar es un
crecimiento maligno del yo. Esa facultad, que es muy necesaria para
preservar al individuo en esta vida y para la ubicación adecuada de esa
persona en relación con los demás, llega a crecer tanto que su ser
normal se convierte en centro del universo. Éste es el egoísmo maligno.
Esa pasión es, en algunos aspectos, la peor de todas, aunque es difícil
precisar cuál lo es más. Una vez le preguntaron al Maestro cual de las
cinco era la peor y contestó riendo: "Cada una de ellas es la peor".
Ahankar tiene mil garras para clavarlas en las mentes de sus víctimas.
Su veneno mortal se infiltra por todo el cuerpo. Empezando generalmente
en la infancia, muy raras veces deja de actuar antes de la muerte. Se
alimenta de sus propios desechos y se expande alimentándose de las
materias que le proporcionan las otras cuatro. De hecho, se nutre a
menudo de los cadáveres podridos de las otras. Muchas veces la vanidad
se sustenta con la muerte de las demás. ¡Cómo se envanecen las personas
por haber subyugado parcialmente las otras pasiones! No es raro que se
envanezcan de su propia humildad. Esto puede ser consciente o totalmente
inconsciente.
Ahankar es el más obstinado y más imperioso del grupo y el de mayor
longevidad. ¡Cuántas veces oímos a los ancianos charlar animadamente,
contando antiguas hazañas! Nada les detiene. La vanidad se posesiona del
campo y sigue funcionando mucho tiempo después de que han muerto las
demás. En efecto, a menudo mata a todas ellas para tener algo de qué
vanagloriarse. ¡Cuántas veces se envanecen las personas con una victoria
o cualidad insignificante o se enorgullecen las mujeres de sus propias
virtudes! Los ascetas, pasando por ser los hombres más humildes, se
envanecen de su aparente santidad. La autoestimación es una de las
enfermedades mentales más malignas y que más prevalecen.
Es bien sabido de aquéllos que van por el Sendero que el egoísmo es la
última de las cinco en rendirse. Su método es distorsionar la
perspectiva para presentarlo todo fuera de proporción, haciéndose el
centro del mundo. Destruye todo sentido del humor. Nunca verás a una
persona vanidosa que tenga un verdadero sentido del humor. Si lo tuviera
no podría ser vanidosa. La vanidad coloca una corona sobre su propia
cabeza y se pregunta por qué no se apresuran todos los hombres a
reconocerla como reina. Rebuzna como un burro y se imagina que es
cantante en la ópera. No puede verse a sí misma porque no ve nada sino
el yo. Despliega su cola como un pavo real, con hojas de col en lugar de
plumas, pero nunca puede apreciar sus propias imperfecciones. Ve sus
propias faltas reflejadas en otros, mientras se imagina que es perfecta.
La función principal de ahankar es estorbar el camino de la verdad. Es
amigo íntimo del error. Engaña por completo a sus propias víctimas
haciendo que estén satisfechas consigo mismas, cuando deberían buscar
mejorarse. Impide que la gente busque cosas nuevas. Es el principal
amigo y sustento de las antiguas supersticiones. Establece credos,
nombra sacerdotes y construye organizaciones para propagar sus propios
dogmas, y luego afirma que, con su propia y superior sabiduría, ha
seleccionado el único sistema perfecto de la verdad: Después no
reconocerá que pudo equivocarse y sigue abrazando sus propias
deducciones. Desafía a todo el mundo exigiendo apoyo incondicional a los
dictados que ha declarado. Y lo peor de todo es que, a menudo, busca la
destrucción inmediata de todo aquél que se le opone. Su gran suposición
es "Yo estoy en lo cierto. El que se me opone está equivocado. Para
sostener lo correcto debo destruir a mi oponente".
Esta suposición ha empapado de sangre inocente las páginas de la
historia. Hoy en día está ocupada en fomentar la lucha entre las
pasiones. El egoísmo ciego y su hijo bastardo, el amor propio, están
cosechando ahora las semillas de la insatisfacción internacional y
haciendo germinar las guerras. Sólo Dios sabe cuál será la cosecha.
Ahankar se resiente amargamente de todo esfuerzo que se haga por
eliminarlo. ¿Cómo puede admitir que esté en un error o que necesite que
lo iluminen? Irá a la guerra a la menor provocación a defender los
derechos que él mismo se ha adjudicado. Nunca piensa en los derechos de
las demás personas. Se ofende fácilmente, como krodh. Es extremadamente
susceptible, pero le llama sensibilidad. No ve ninguna debilidad en sí
mismo, pero no cesa de señalar las faltas de los demás. Es el dichoso
compañero de krodh y, así, soplando su propio cuerno, cruza pavoneándose
por el escenario de la vida. Toca tan fuerte que no puede oir a nadie
más.
Las fases de ahankar son:
a) Fanatismo.
b) La propia estimación que, a tiempo o a deshora, se lanza a la
defensiva.
c) Hace un ostentoso despliegue de riqueza o poder con los más
abigarrados vestuarios, exhibiendo una actitud de dominio; es
autoritario, regaña y encuentra faltas en todo. En esta fase va de la
mano con krodh. Su suposición fundamental es su propia infalibilidad. El
hombre que está bajo la influencia de ahankar se imagina que está
demostrando sus virtudes al señalar las faltas de los demás, cuando es
bien sabido, por experiencia reiterada, que lo único que hace es mostrar
sus carencias. Y lo mismo ocurre con aquéllos a quienes todo les parece
mal. Adopta aires de superioridad, exige el cumplimiento de sus deseos,
a los que llama derechos, y trata de castigar a otros si se le oponen.
Intenta atraer la atención de los demás haciendo ruido o exhibiéndose de
algún otro modo; hablando en voz alta y constantemente o tratando de
imponer sus opiniones sobre los demás. Le encanta oficiar y tener poder
sobre otros.
d) Interrumpe frecuentemente a los demás cuando hablan.
e) Le gusta pronunciar discursos en público y ansia ver su nombre en
letras de molde; hace exhibición de piedad, le encanta rezar largas
oraciones en público y hace todo lo posible para que todo el mundo se
entere cuando da algo por caridad.
f) Ama apasionadamente los títulos de nobleza, los honores y los títulos
profesionales y goza viendo al populacho inclinarse ante él.
g) Exhibe de muchas otras maneras el eterno recurrente yo, ad nauseam.
8. Antídotos Para Las Cinco Pasiones
Mortales
Para hacer un resumen de las cinco
enfermedades mentales, coloquemos cada una de ellas frente a su
antídoto. Los Maestros clasifican a la humanidad separándola en dos
divisiones principales: Mammukhs y Gurumukhs: los que siguen los
dictados de su mente y los que siguen al Guru. El Mammukh es el que
obedece a la mente cumpliendo todos sus caprichos y haciendo exactamente
cuanto a ella le gusta. Es esclavo de la mente y de sus pasiones. En
cambio, el hombre que se dirige siempre hacia el Guru es un hombre libre
que está desarrollando sus propios poderes al más alto grado posible. No
está bajo la eterna rueda moledora del nacimiento y la muerte, la rueda
del deseo y del karma.
Este sublime éxito se logra sólo con
ayuda del Maestro (el guru) y el Shabd, -el Dhun regenerador, la
Corriente Audible de la Vida-. Nadie puede hacerlo nunca sólo. No hay
positivamente ninguna otra cura para las pasiones: ninguna salvo la voz
de Dios resonando a través del alma. Cuando se oye esa sagrada sinfonía,
esos cinco miserables pierden su poder y se alejan. Positivamente, la
única curación para esas cinco enfermedades mortales es la Corriente de
la vida, que el Maestro abre para su discípulo. Puede favorecerle algo
considerar las virtudes opuestas, pero no debe uno esperar mucho de ello
para la reconstrucción definitiva del carácter. El alma debe llegar a
absorberse en esa luminosa Realidad, olvidando todo lo demás. Esa
Realidad da fuerza y voluntad, hasta llegar a convertir al hombre en
algo más que hombre. Se transforma en un poder vivo, renacido y
sublimado. Esos cinco malvados se escapan entonces furtivamente como
perros apaleados. Ésta es la verdadera libertad.
Así como las cinco pasiones pueden considerarse como los cinco negros
agentes de la desolación, también pueden considerarse como ángeles las
cinco virtudes. Están siempre rondando a nuestro alrededor, prontas a
prestarnos su apoyo si pedimos que nos ayuden o nos conforten. Nos
ayudarán enormemente en nuestra lucha por elevarnos. Teje con ellas la
fibra de tu carácter. Te ayudarán mucho. Del mismo modo que las cinco
pasiones malignas incluyen en sí mismas los demás males, estas cinco
virtudes incluyen las restantes. Deben contemplarse larga y
profundamente. Aquí tenemos los cinco vicios y las cinco virtudes, cada
uno con su opuesto:
Las Pasiones y sus Remedios
VICIOS - VIRTUDES
KAM |
- (Lujuria)
|
|
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Shíl |
- Castidad,
continencia |
KRODH |
- (ira) |
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Kshama |
- Perdón,
tolerancia |
LOBH |
- (Codicia) |
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Santosha |
- Benignidad |
MOH |
- (Apego)
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Viveka
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-
Discernimiento |
AHANKAR |
- (Egoísmo) |
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Vairag |
- Desapego
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Dinta |
- Humildad |
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